Los planes de Lanusse para condicionar y proscribir a Perón en 1972
El líder exiliado regresa al país por primera vez el 17 de noviembre de ese año. El presidente de facto delira con ser ungido por él como sucesor. Si no lo logra, espera al menos poner todos los obstáculos posibles al inexorable retorno
El año 1972 comenzaba con buenos augurios para la democracia.
En enero era reconocido el Partido Justicialista y la carrera hacia el
poder se ponía en movimiento. Había dificultades, pero la dinámica
electoral no tenía retorno. Se estaba cumpliendo el plan pensado
por el general Pedro Eugenio Aramburu, narrado por el doctor Ricardo
Rojo a Perón en carta del 19 de diciembre de 1969: "Estuvo a
verme el general Aramburu y me ha dicho que nuestros males demandan una
solución política, sin recelos sobre el pasado donde todos cometimos
errores. Me anoticia que él será llamado a sustituir al general Juan Carlos Onganía
y Alejandro Lanusse será el Comandante en Jefe del Ejército. La
ciudadanía será consultada en elecciones sin exclusiones ni vetos de
ningún tipo. Dado sus antecedentes le pregunté expresamente acerca suyo y
de su movimiento. Contestó. El general Perón podría regresar al país y
participar en el gran esfuerzo en común" (A. G. N. Archivo Juan Perón).
Al ser asesinado por los Montoneros pues "el proyecto de Aramburu era más peligroso que el del general Juan Carlos Onganía" (sic) (Montoneros. La Causa Peronista),
Lanusse se vio impelido a llevar adelante el plan sin el liderazgo de
Aramburu. Propuso, entonces, el Gran Acuerdo Nacional (GAN) que
consistía en reivindicar la figura histórica de Perón para arrancarle, luego, su renuncia.
No era lo planeado por Aramburu. "Comenzamos, entonces, por colocar el
busto de Perón, junto a los otros presidentes. Otro paso fue, apenas
estuve en condiciones de hacerlo, la restitución de los restos de Eva
Perón. Luego vendría la solución al problema del pasaporte y la
prescripción legal en las causas civiles que aún tenía pendientes" (Lanusse. Mi Testimonio.)
Lo que no cuenta en sus memorias el pícaro Lanusse es que en realidad
pretendía comprar al viejo líder, adicionándole la jerarquía militar, el
uniforme y los salarios no devengados, y todo esto para que Perón renunciara a la candidatura y apoyara… ¡la suya!
Si bien esto nunca fue público, el brigadier Rojas Silveyra, embajador
en España y amigo personal de Lanusse, informó, en su momento y a pedido
de este último, el sentido de sus entrevistas con Perón. En el dossier
señalaba: "Explorar en cuanto a la posibilidad de obtener un
candidato negociado. Discutir las condiciones que debería reunir un
candidato para merecer el apoyo" (Lanusse: Protagonista y Testigo. Reflexiones sobre 70 años de nuestra historia.)
Francisco Manrique, un gran amigo del "Cano" (Lanusse), revelaba, a
propósito de este tema del "candidato negociado": "Pretendía que lo
ayudase a que fuera presidente porque se lo había prometido Perón. En
una palabra, que se sentía un poco el candidato natural de Perón en las elecciones. Era una barbaridad…pero es real... y que lo niegue" (Todo es Historia Nº 190).
Lanusse en sus memorias niega esta posibilidad. Que de todos modos
existió. Como el exiliado no entró en la componenda, Lanusse en la
tradicional cena de camaradería de las Fuerzas Armadas de aquel año
estableció para los candidatos las siguientes exigencias: "Estar presentes en el país antes del 25 de agosto de 1972 y residir permanentemente después de esa fecha",
y agregaba que no podrían ser candidatos quienes viajasen al exterior
por más de quince días sin informárselo al Ministerio del Interior. Es
bien conocido que Perón no vino, como el gobierno de facto pretendía, y
entonces la proscripción apareció como tragedia una vez más.
El Caudillo no aceptó los términos arbitrarios de la dictadura y la
desafió llegando a la patria tres meses después (el 17 de noviembre), en
abierta desobediencia al plan de Lanusse de "que volviera en lo posible
condicionado por las Fuerzas Armadas" (Mi Testimonio).
El 20 de julio de ese año, Alicia Eguren, viuda de John William Cooke
y militante de las organizaciones armadas, le envía una carta a Perón
pidiéndole que retorne antes del 25 para desarmar la trampa de Lanusse.
"A partir de una palabra suya formaremos los comandos Juan Perón con
palos, gomas, pistolas 22, escopetas de caño recortado, todas armas de
calibres permitidos y paralelamente las otras pesadas." (A.G.N. Archivo
J. Perón)
Pavada de dilema el de Perón. Entre Lanusse y las organizaciones armadas. Volvió después.
Con ese viaje a destiempo intentaba desbaratar la maniobra, generando
las condiciones de un golpe militar o una pueblada que expulsara del
poder a Lanusse. Nada de esto ocurrió. Los militares no se movieron y la
sociedad civil muy poco. La cláusula de residencia siguió vigente. "La
concentración multitudinaria no se produjo y tampoco hubo reacción
militar de ninguna naturaleza" (Mi Testimonio). Perón convocó entonces a una reunión a todos los partidos políticos en el restaurante Nino de Vicente López.
En esa amable velada el viejo General comprendió que el grueso de la
dirigencia política no acompañaba su propuesta de plantear la abstención
electoral si no se torcía la decisión de Lanusse. "Esta reunión
constituyó un ámbito en el que Perón procuró ejercer la última presión
para abolir la cláusula proscriptiva del 25 de agosto. Pero no
contó con una decisión favorable de los radicales, estos pensaban que la
proscripción era responsabilidad de quién no se hallaba en el país antes de la fecha límite fijada por el gobierno" (Fernández Pardo y Frenkel Leopoldo: Perón. La unidad nacional entre el conflicto y la reconstrucción).
¡Cómo
no iban a cavilar de ese modo si la cláusula proscriptiva salió del
Ministerio del Interior cuyo representante era Arturo Mor Roig,
militante radical! Ricardo Balbín, jefe de la UCR, fue claro
cuando un día después de visitarlo en Gaspar Campos anunció que Perón
era "concurrencista". Perón quedó frustrado pues no pudo convencer a
Balbín y encima el "Chino" hablaba por él. El cuadro electoral del año
siguiente se presentaba entonces con la auto proscripción de Lanusse y
la censura a Perón. Ante estas circunstancias, este último
decide proponer como candidato a Héctor Cámpora quien tampoco reunía las
condiciones según la arbitraria cláusula de residencia, pues,
como Delegado personal de Perón, había abandonado el país luego del 25
de agosto en dos oportunidades sin informar al Ministro. Había en el
justicialismo una larga lista de candidatos: Jorge Taiana, Romero
(Corrientes), Antonio Cafiero -este último con el apoyo del movimiento
obrero- y otros que sería largo enumerar pues todos tenían sus sponsors.
Sin embargo el general se inclinó por su Delegado personal. ¿Qué lo
motivó? ¿Acaso la confianza que le guardaba por el eterno juramento
cotidiano de lealtad que Cámpora profesaba a los cuatro vientos?
No, lo propuso porque no podía ser candidato. Violaba la cláusula del
25 de agosto. Es harto improbable que un político avisado como Perón
nominara como candidato a un hombre de su propio partido máxime cuando
podía llegar a ser su heredero. Jamás lo había hecho en los dieciocho
años de exilio. ¿Por qué lo iba a hacer ahora? Ciertamente Perón no
propuso a Cámpora como candidato efectivo. Lo hizo para que lo
proscribieran y luego llamar al voto en blanco y derrumbar al gobierno
por el camino revolucionario de las urnas. Lanusse pensaba que el
justicialismo sin Perón en la fórmula no ganaba y esa era la trampa:
"Yo, personalmente, no creía que el peronismo pudiera imponerse en la primera vuelta y apreciaba que, por la naturaleza de su electorado, en esa primera vuelta agotaba virtualmente su posibilidad de alianzas" (Mi Testimonio.)
Lanusse entendió la maniobra de Perón. Este convencimiento lo llevó a
no proscribir a Cámpora. Si Perón buscaba eso, Lanusse no debía dárselo.
El Tío sería el candidato. Y esta última decisión era de Lanusse. El
Presidente había impuesto una reforma electoral por la cual se instalaba
el ballotage. Si ningún candidato alcanzaba el 50% más uno de los votos
habría segunda vuelta. En la fantasía de Lanusse, Cámpora no
alcanzaría esos guarismos. De modo que en segunda vuelta Balbín o
Manrique podrían alzarse con la presidencia y vencer en el
terreno de la democracia al mito de las perpetuas mayorías. Al respecto,
el talentoso y perspicaz pensador Jorge A. Ramos llegó a decir: "Perón
imaginó que Cámpora sería vetado por Lanusse. Sin embargo y contra todo
lo previsto Lanusse aceptó el nombre de Cámpora, violó su propia ley. Lo
que resulta indudable es que Perón no esperaba este giro de la
situación. Cuando el 11 de marzo triunfó la fórmula Cámpora-Solano Lima
hubo dos decepcionados: Lanusse y Perón" (Ramos Jorge A. La era del peronismo).
En sus memorias, Lanusse afirma: "La fórmula indicada por Perón incluía
a Cámpora, quien no se había ajustado a la norma preelectoral de no
abandonar el país sin el conocimiento y autorización previos del
Ministerio del Interior. Perón no ignoraba esa imposición. ¿Por qué pues
hizo esa designación? Es razonable pensar que lo fue para encontrar en
el veto de su candidato el pretexto para resolver el voto en blanco que
le permitiera, o bien continuar ejerciendo su influencia a distancia
como en 1963, o bien provocar un clima de honda perturbación política y
social que pudiera influir inclusive sobre las Fuerzas Armadas y, en
consecuencia, llegar a provocar la caída del gobierno" (Mi Testimonio).
De manera que al no proscribirlo Lanusse jugaba su última ficha: que el
peronismo concurriera a segunda vuelta. ¡Y ahí otro gallo cantaría! Le
salió mal. Pero por muy poco. Cámpora sacó el 49, 56 por ciento de los votos y Balbín se bajó del ballotage que le correspondía.
No todos en el peronismo advirtieron la maniobra política de los dos
grandes contendientes. Miraban la escena sin adentrarse en los
personajes y su juego de fulleros.
El General no participó de la campaña electoral; Cámpora lo esperaba. En un reportaje aparecido en la revista Panorama de la primera quincena de enero del 73 se lee:
Periodista: Muchos
piensan que para que la victoria del Frejuli se produzca en la primera
vuelta, se hace imprescindible la presencia de Perón en el país.
Cámpora: ¡Pero
por supuesto! Estamos hablando de un hecho que tiene que ser
irreversiblemente cierto; el General Perón tiene que estar acá sin
ninguna duda.
Perón no vino. En verdad a comienzos de febrero de 1973 el gobierno de facto vetó el reingreso al país de Perón.
No podría hacerlo hasta el 25 de mayo. La causa de esta prohibición
fueron los permanentes cascotazos que Perón arrojaba desde España,
Francia e Italia (ver Tomo 24 de sus obras completas) a la Junta Militar
a lo largo del mes de enero con el fin de provocarlos de tal manera que
suspendieran los comicios. Si en Nino no había logrado revertir su
proscripción, con los exabruptos buscaba patear el tablero. No había
razones políticas para semejante agresión en la medida que los militares
se retiraban derrotados. Al respecto, decía Lanusse: "Los
acontecimientos que se habían ido produciendo desde el 28 de diciembre,
nos señalaban un definido propósito de enervar a las Fuerzas Armadas, o
de provocar a los Comandantes en Jefe, para que saturados ya de tantas
agresiones, reaccionáramos interrumpiendo el proceso de
institucionalización" (Lanusse: Protagonista y Testigo)
Frente a estas agresiones el candidato radical, en plena campaña en San
Juan afirmaba: "Perón es un atrevido. Sus declaraciones son insolentes e
incomprensibles. Perón no quiere volver al país y este tipo de
declaraciones irritan inútilmente a los militares y ponen en tensión a
mucha gente" (Panorama 31/1973). La firma, por parte de todos
los generales en actividad, de lo que dio en llamarse los 5 Puntos, el 7
de febrero de 1973, fue clara: se comprometían "a sostener la
continuidad del proceso político y acatar el pronunciamiento que
manifieste la ciudadanía en las urnas". En una palabra, no proscribían a Cámpora, y Perón no participaría de la campaña electoral.
Renacía la esperanza que anunciaba el ballotage. No es temerario
aseverar, siguiendo el orden de ideas expuesto hasta aquí, que al ser
Cámpora el candidato de la proscripción haya sido, sin proponérselo, el
candidato de Lanusse en la medida en que Perón no pudo deshacer la
trampa. Esta última perspectiva, independientemente de la voluntad del
doctor Cámpora, lo ubicó en un territorio de hostilidad al peronismo
histórico. Sin apoyos fuertes en el partido y menos en el movimiento
obrero, en soledad y sin atractivo político, fue presa fácil de los
violentos de turno que coparon la parada. Los grupos guerrilleros lo
rodearon y por medio de ese ariete intentaron perforar la estructura del
Estado. Tomar por asalto a la Argentina. Luego, Perón hubo de ordenar el caos generado por la proscripción.
El primer objetivo fue lograr la renuncia de Cámpora, paso que no
resultó sencillo. El hombre de San Andrés de Giles comenzaba a dar señas
de querer quedarse. En un reportaje que le hace la Revista Panorama el
31 de enero de 1973 contestaba:
Periodista: Voceros
del gobierno militar han definido al próximo gobierno como de
transición y consolidación. Por su parte el peronismo habla del mismo
tema caracterizándolo como de reconstrucción nacional. ¿Cuál de esas
tesis triunfará?
Cámpora: El
proceso de institucionalización no es legítimo, pero se puede
legitimar. ¿Cómo la ciudadanía resuelve esta aparente contradicción? Con
el aporte masivo de su voto. Si éste es notoriamente apreciable para la
causa popular, el gobierno que surge del comicio no puede ser de
transición y consolidación. Será definitivo porque así lo habrá indicado
el pueblo"
Periodista: ¿Cuál va a ser el rol de Perón si usted llega a la presidencia?
Cámpora: Será, como siempre ha sido, conducción espiritual (Sic).
Desde México, en su corta explicación de su trunca Presidencia, Cámpora
llegó a escribir: "Yo conservaba siempre la intención de culminar el
mandato recibido; así me lo requerían las aspiraciones del Pueblo
Argentino" (Cámpora, H.: Como cumplí el mandato de Perón).
¿Las aspiraciones del pueblo argentino? Atrevido dislate. Esta sorda
resistencia a abandonar la Presidencia mal habida dio aire a los
subversivos. La reivindicación de Cámpora en la actualidad esconde este
secreto: la valoración del putsch político, del golpe de mano fortuito,
producto del fraude y la proscripción, para alzarse con el gobierno.
Cámpora, con sus aliados, las formaciones armadas, pretendieron sustituir al General que volvía con la idea de unir a los argentinos,
mientras que el camporismo buscaba cavar más profundamente la grieta.
El peronismo de estos días debe meditar mucho al momento de establecer
acuerdos electorales especialmente con aquellos que invocan el nombre
equivocado.
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