El primer tope que intentó imponer fue de $50.000: sus asesores la
convencieron de que era muy bajo. Se plantó en $100.000 como el límite
para donaciones privadas. Hubo algún empresario, como David Lacroze, que
colaboró con $150.000 y que logró sortear esa condición impuesta por Elisa Carrió
para el financiamiento de la campaña porteña, cuya lista recaudó, en
blanco, $9.842.004,27. Gastaron, según los papeles presentados en la
Justicia electoral, solo $10.153.169,45. Ni un peso en encuestas telefónicas ni investigaciones de mercado.
"Lilita" impone las condiciones generales. Su presencia en la campaña porteña de Cambiemos
obliga al macrismo a levantar la vara. Si fuera por ella, casi la
totalidad de los aportes a las campañas políticas serían estatales, y
solo un mínimo de donaciones de personas físicas. Los responsables del
PRO creen que debería ser al revés.
Los asesores financieros de la Coalición Cívica auditaron uno por uno los aportantes a la campaña porteña antes de rubricar el informe presentado a la Justicia. Los examinaron patrimonial y judicialmente.
PUBLICIDAD
La responsable de ese trabajo fue Romina Braga,
una joven comunera de la CC, segunda responsable económica de la
alianza Vamos Juntos detrás de la macrista Lía Rueda. Junto a un puñado
de colaboradores, y con la venia de Carrió, Braga vetó a un grupo de
donantes que quisieron engrosar la recaudación del macrismo en su
versión porteña. Uno de ellos, un conocido penalista, fue bochado por alguna relación con la causa de la efedrina.
En las filas de la Coalición Cívica les provoca urticaria el solo hecho
de encontrarse con un aporte como el del empresario Carlos Tomeo,
investigado por la Justicia, que donó $95.000 a la campaña presidencial
de Mauricio Macri en el 2015. En el PRO son decididamente más
contemplativos.
El rostro visible de la recaudación oficial de este año es la legisladora Carmen Polledo,
que integra la lista de candidatos a diputados de la ciudad de Buenos
Aires detrás de "Lilita" y que fue aprobada por la líder de la CC.
Polledo tiene buena llegada a los empresarios, aunque no tan fluida como
la que mantienen con el sector privado las cúpulas de los gobiernos
porteño y bonaerense.
Al macrismo no le molesta la patina de transparencia que aportan Carrió y sus asesores. Todo lo contrario. Lo que sí fastidió, según pudo saber este medio, es que, por ejemplo, ningún dirigente de la Coalición Cívica hizo su aporte monetario en la primera vuelta electoral de agosto.
Gran parte del gabinete porteño y una buena porción de candidatos del
PRO colaboraron con entre $30.000 y $90.000. Lo mismo en la provincia de
Buenos Aires con el gabinete bonaerense. En territorio porteño, hubo
recelos internos. De cara a octubre, varios candidatos de "Lilita" recurrirían a prestamos personales bancarios para saldar resquemores.
Lo que Carrió tal vez no sepa es que en el tercer piso de la sede de
Cambiemos, en la esquina de Belgrano y Defensa, a cuatro cuadras de Casa
Rosada, todavía funciona una oficina atendida casi siempre por un
empleado de buen porte y ajeno al estilo macrista que pone en duda el
financiamiento partidario del oficialismo. A escasos metros de las
sesiones de Facebook que la diputada y el jefe de Gobierno, Horacio
Rodríguez Larreta, ofrecieron durante esta campaña a sus votantes.
En la campaña anterior había en esa oficina una especie de doble pared
de Durlock. Ahora, según testigos, hay dos pintorescas cajas fuertes. La
única condición es estampar la firma en un recibo "de librería".
Idéntico esquema en el edificio de enfrente, en el búnker bonaerense.
En la provincia de Buenos Aires, Cambiemos
declaró en las PASO gastos por $59 millones para ambas categorías,
senadores y diputados, y una recaudación de casi $62 millones.
Solo $1.022.500 en encuestas telefónicas. Para esta segunda vuelta, el
oficialismo ya le encargó a Jaime Durán Barba un muestreo de 14.000
casos para medir el escenario actual y la distancia entre Esteban
Bullrich y Cristina Kirchner. Según valores de mercado, dicho trabajo
ronda los $4 millones. El ecuatoriano es, junto a su socio, el afgano
Santiago Nieto, el principal estratega de la campaña. De los números se
encarga Gandhi José Espinosa Tinajero, el joven ladero de Durán Barba,
de su más absoluta confianza.
La contabilidad oficial de las campañas, en este caso en el distrito
bonaerense, no suele tener correlación con lo que se gasta. En parte por
los límites absurdos de las leyes vigentes y por el fenomenal derroche
de recursos de los partidos. Y por la circulación de dinero negro en rubros como el de la fiscalización.
En un municipio de la tercera sección electoral se gastaron $300.000
pesos, según confió el dirigente que se encargó de esa maquinaria en ese
distrito. Es solo un ejemplo.
El año pasado, la Casa Rosada intentó consensuar en el Congreso una
nueva ley electoral, pero fracasó por la imposición de la Boleta Única
Electrónica, resistida por la oposición. El fracaso obligó al
oficialismo a aplazar la discusión por el financiamiento partidario, un
debate que deberá darse de cara al 2019 si el Gobierno pretende de
verdad dotar de transparencia las campañas electorales.
Aunque el principal debate dentro del oficialismo tendrá como principales protagonistas a Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Rodríguez Larreta,
integrantes estables de la mesa chica del poder. Será por la sucesión
de Macri, probablemente de cara al 2023 si es que el oficialismo repite
la buena performance electoral el próximo mes y el Presidente tiene la
chance de ir por la reelección dentro de dos años.
El jefe de Gobierno porteño se entretiene mientras tanto con su
gestión. La relación entre Peña y Vidal, siempre áspera, atraviesa ahora
momentos de calma. El jefe de Gabinete y la gobernadora no son amigos,
ni quieren serlo. A la mandataria no se le hubiera ocurrido invitarlo al
festejo de su cumpleaños, hace tres viernes. La fiesta, que se extendió
hasta pasadas las 3 y media de la mañana, tuvo lugar en la casa de la
gobernadora: la rodearon buena parte del gabinete bonaerense y amigos.
Hubo sushi, cazuelas de risotto y baile.
El triángulo Peña, Rodríguez Larreta y Vidal también tiene sus pasajes
de tensión. Hace unas semanas, el jefe de Gabinete les recriminó a ambos
por la contratación de un renombrado consultor que no discrimina por
partidos: trabaja, por ejemplo, para Sergio Massa y Martín Lousteau.
También lo mira de reojo Carrió, por la relación del asesor político con
un sector trascendental de la Justicia.
Comentarios
Publicar un comentario