La salud de Elisa Carrió: se asiste con un respirador
Lleva
una máquina de respiración no invasiva y se hace chequeos. Diabetes,
cigarrillo y estrés. El miedo a ser envenenada. Diferencias con el PRO.
Por Carlos Claá
El ascensor que lleva al sexto piso de
TN estaba en reparación. Era una mala noticia para Elisa “Lilita”
Carrió, que llegaba al canal para ser entrevistada por Nicolás Wiñazki y
Luciana Geuna, el martes 21. “Vamos a tener que subir un par de pisos
por escalera”, le avisaron. La diputada se lo tomó mejor de lo que
esperaban y siguió. Pero al llegar a la redacción se quedó sin aire.
Nadie en su equipo se alarmó: tenían
preparada la máquina de respiración no invasiva que la acompaña a todos
lados. Carrió se sentó en la recepción, se colocó la mascarilla y tomó
oxígeno.
“Vieron que reviví”, le dijo a los
productores una vez que se sintió un poco mejor, al notar la cara de
preocupación de todos los que la rodeaban. Un clásico de “Lilita”:
mientras todos se alarman, ella hace chistes.
Al aire no fue la misma de siempre: el
personaje histriónico y de respuestas largas y filosas le dio paso a una
entrevistada más hosca. Tan distraída estaba, que cuando le pidieron
una reflexión sobre Santiago Maldonado contestó que “a Nisman lo mató el
Estado”. Tuvieron que repreguntarle para que notara su error. “Estaba
fastidiada y un poco afónica”, cuenta uno de sus laderos. El miércoles
se realizó chequeos.
La salud de Carrió preocupa al Gobierno.
La diputada que arrasó en las elecciones legislativas de Capital Federal
y junta más poder real que nunca, no logra recuperarse de la campaña
que la tuvo a maltraer. Con mucho estrés, una diabetes a cuesta y una
adicción al cigarrillo que disminuyó, pero no está ni cerca de dejar,
“Lilita” trata de bajar horas de trabajo para descansar, pero no lo
logra: “Se carga todo a cuestas”, confiesan. Está pendiente de los
proyectos que su equipo prepara y de las causas de corrupción que le
inició al kirchnerismo. De hecho, los avances de la Justicia contra los
ex funcionarios K son las cosas que más la alegran y envalentonan.
Pero los traspiés en su estado de salud,
que comenzaron hace un año con internaciones por problemas cardíacos en
la baja de potasio, no cesan.
Días atrás, Lilita reveló un secreto.
“¿Se acuerdan cuando tomaba pastillas para adelgazar? Bueno, no sé si no
le ponían algo raro”, le confesó a su equipo.
En una entrevista de tevé con Alejandro
Fantino, contaría que duda sobre qué fue lo que causó las bajas de
potasio del 2016, que la obligaron a internarse: “Hubo episodios míos
que no se explican. Tuve tres veces bajas de potasio a 1,5. Eso
significa un infarto. Lo dijo Lanata en su declaración: a Carrió la
envenenan”, aseguró.
Y luego mostró que su miedo va más allá:
en lugares públicos no toma agua si no es la que le dan sus propios
custodios, personajes claves en su vida privada y a quienes trata como
gente de su familia: comen con ella y comparten más horas que nadie a su
lado. “Hay que tomar resguardos para que algún loco no cause un daño”,
suele decir.
El cigarrillo es una de sus máximas
debilidades. A pesar de que le recomendaron insistentemente que
intentara dejar, “Lilita” no avanza. Ni siquiera oculta el vicio: en
campaña se sacó decenas de selfie con militantes donde se la ve con un
pucho entre los dedos. Tampoco se cuida en las comidas: suele invitar a
cenar a su casa a su círculo íntimo y no tiene reparos. Eso, sumado a un
estrés galopante, la tiene contra las cuerdas.
El poder
Carrió es la misma de siempre, pero desde
que sacó más del 50% en las legislativas, muchos en el Gobierno la ven
con otros ojos. Le desconfían más de lo habitual. Porque la diputada,
hoy una aliada absoluta, puede volverse un puñal con el paso del tiempo.
Desde el 10 de diciembre tendrá más
poder: además de los legisladores de la Coalición Cívica que entrarán al
Congreso, un incondicional como Fernando Sánchez pasará a la Jefatura
de Gabinete. “Espero que le den alguna tarea importante”, presionó la
diputada. Los lilitos ganan terreno.
Con el asesor estrella del macrismo,
Jaime Durán Barba, tienen una afrenta personal que recrudece cada tanto
con algún nuevo round. En el de noviembre, el gurú de Macri no se animó a
vaticinar sobre el futuro de “Lilita” y aseguró que “no se mete en esos
bretes, menos con esa señora que tiene la lengua tan larga”. Días
después la comparó con el piquetero K Luis D’Elía y dijo que “son como
dos personajes de los Locos Addams”.
“Con el teñido no me junto”, le contestó
Carrió. El “teñido” es la manera en que llama al asesor de Macri, el
hombre al que el presidente más escucha: inclusive cuando se cruzan en
Casa Rosada o en alguna actividad de Cambiemos.
Ni siquiera se amilana cuando tiene que
hablar de Macri: “Tenemos diferencias con el presidente. Es una
vergüenza el lobby escandaloso de las mineras”, dijo el martes, tras su
episodio de salud. Y completó: “Vamos a ver la reforma laboral. Hay
cosas que están bien, pero otras no se”. La diputada juega sólo para
ella. Y esa independencia siempre preocupa.
Para Carrió, el Gobierno le debe una. No
lo reclama todavía, pero es una carta que puede usar a futuro. Siente
que fue un as de espadas en esta elección legislativa: la mandaron a
diferentes provincias y sacó un porcentaje histórico de votos en
Capital. A pesar de las diferencias en el armado de provincia de Buenos
Aires (donde prefirieron que no participara, en contra de su intención),
siempre habló bien de María Eugenia Vidal y estuvo en cuanto acto fue
invitada. “Me usaron y me dejé usar”, concluyó ante su equipo cuando
hicieron un análisis post elecciones. “Tuve que ponerme al lado de gente
que no respeto”, agregó. Todo por consolidar el Gobierno.
Pero en ese esfuerzo, en el que se sintió
“exprimida”, dejó parte de su salud. Muchas de las actividades tuvieron
que ser suspendidas porque el cansancio le impedía asistir y una vez
que terminó la elección se fue del país para desenchufarse.
Para Carrió va terminando un año lleno de
tensiones. Acumuló poder y estrés. Tuvo llamados de atención de su
salud precaria y pocos cuidados.
La diputada está acostumbrada a jugar con
fuego. Pero a diferencia de otros, puede quemar a la oposición, al
Gobierno, o a sí misma. Con Carrió, todo es impredecible.
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