La salud de Elisa Carrió: se asiste con un respirador






Política / 25 de noviembre de 2017

La salud de Elisa Carrió: se asiste con un respirador

Lleva una máquina de respiración no invasiva y se hace chequeos. Diabetes, cigarrillo y estrés. El miedo a ser envenenada. Diferencias con el PRO.
El ascensor que lleva al sexto piso de TN estaba en reparación. Era una mala noticia para Elisa “Lilita” Carrió, que llegaba al canal para ser entrevistada por Nicolás Wiñazki y Luciana Geuna, el martes 21. “Vamos a tener que subir un par de pisos por escalera”, le avisaron. La diputada se lo tomó mejor de lo que esperaban y siguió. Pero al llegar a la redacción se quedó sin aire.
Nadie en su equipo se alarmó: tenían preparada la máquina de respiración no invasiva que la acompaña a todos lados. Carrió se sentó en la recepción, se colocó la mascarilla y tomó oxígeno.
“Vieron que reviví”, le dijo a los productores una vez que se sintió un poco mejor, al notar la cara de preocupación de todos los que la rodeaban. Un clásico de “Lilita”: mientras todos se alarman, ella hace chistes.
Al aire no fue la misma de siempre: el personaje histriónico y de respuestas largas y filosas le dio paso a una entrevistada más hosca. Tan distraída estaba, que cuando le pidieron una reflexión sobre Santiago Maldonado contestó que “a Nisman lo mató el Estado”. Tuvieron que repreguntarle para que notara su error. “Estaba fastidiada y un poco afónica”, cuenta uno de sus laderos. El miércoles se realizó chequeos.
La salud de Carrió preocupa al Gobierno. La diputada que arrasó en las elecciones legislativas de Capital Federal y junta más poder real que nunca, no logra recuperarse de la campaña que la tuvo a maltraer. Con mucho estrés, una diabetes a cuesta y una adicción al cigarrillo que disminuyó, pero no está ni cerca de dejar, “Lilita” trata de bajar horas de trabajo para descansar, pero no lo logra: “Se carga todo a cuestas”, confiesan. Está pendiente de los proyectos que su equipo prepara y de las causas de corrupción que le inició al kirchnerismo. De hecho, los avances de la Justicia contra los ex funcionarios K son las cosas que más la alegran y envalentonan.
Pero los traspiés en su estado de salud, que comenzaron hace un año con internaciones por problemas cardíacos en la baja de potasio, no cesan.
Días atrás, Lilita reveló un secreto. “¿Se acuerdan cuando tomaba pastillas para adelgazar? Bueno, no sé si no le ponían algo raro”, le confesó a su equipo.
En una entrevista de tevé con Alejandro Fantino, contaría que duda sobre qué fue lo que causó las bajas de potasio del 2016, que la obligaron a internarse: “Hubo episodios míos que no se explican. Tuve tres veces bajas de potasio a 1,5. Eso significa un infarto. Lo dijo Lanata en su declaración: a Carrió la envenenan”, aseguró.
Y luego mostró que su miedo va más allá: en lugares públicos no toma agua si no es la que le dan sus propios custodios, personajes claves en su vida privada y a quienes trata como gente de su familia: comen con ella y comparten más horas que nadie a su lado. “Hay que tomar resguardos para que algún loco no cause un daño”, suele decir.
El cigarrillo es una de sus máximas debilidades. A pesar de que le recomendaron insistentemente que intentara dejar, “Lilita” no avanza. Ni siquiera oculta el vicio: en campaña se sacó decenas de selfie con militantes donde se la ve con un pucho entre los dedos. Tampoco se cuida en las comidas: suele invitar a cenar a su casa a su círculo íntimo y no tiene reparos. Eso, sumado a un estrés galopante, la tiene contra las cuerdas.
El poder
Carrió es la misma de siempre, pero desde que sacó más del 50% en las legislativas, muchos en el Gobierno la ven con otros ojos. Le desconfían más de lo habitual. Porque la diputada, hoy una aliada absoluta, puede volverse un puñal con el paso del tiempo.
Desde el 10 de diciembre tendrá más poder: además de los legisladores de la Coalición Cívica que entrarán al Congreso, un incondicional como Fernando Sánchez pasará a la Jefatura de Gabinete. “Espero que le den alguna tarea importante”, presionó la diputada. Los lilitos ganan terreno.
Con el asesor estrella del macrismo, Jaime Durán Barba, tienen una afrenta personal que recrudece cada tanto con algún nuevo round. En el de noviembre, el gurú de Macri no se animó a vaticinar sobre el futuro de “Lilita” y aseguró que “no se mete en esos bretes, menos con esa señora que tiene la lengua tan larga”. Días después la comparó con el piquetero K Luis D’Elía y dijo que “son como dos personajes de los Locos Addams”.
“Con el teñido no me junto”, le contestó Carrió. El “teñido” es la manera en que llama al asesor de Macri, el hombre al que el presidente más escucha: inclusive cuando se cruzan en Casa Rosada o  en alguna actividad de Cambiemos.
Ni siquiera se amilana cuando tiene que hablar de Macri: “Tenemos diferencias con el presidente. Es una vergüenza el lobby escandaloso de las mineras”, dijo el martes, tras su episodio de salud. Y completó: “Vamos a ver la reforma laboral. Hay cosas que están bien, pero otras no se”. La diputada juega sólo para ella. Y esa independencia siempre preocupa.
Para Carrió, el Gobierno le debe una. No lo reclama todavía, pero es una carta que puede usar a futuro. Siente que fue un as de espadas en esta elección legislativa: la mandaron a diferentes provincias y sacó un porcentaje histórico de votos en Capital. A pesar de las diferencias en el armado de provincia de Buenos Aires (donde prefirieron que no participara, en contra de su intención), siempre habló bien de María Eugenia Vidal y estuvo en cuanto acto fue invitada. “Me usaron y me dejé usar”, concluyó ante su equipo cuando hicieron un análisis post elecciones. “Tuve que ponerme al lado de gente que no respeto”, agregó. Todo por consolidar el Gobierno.
Pero en ese esfuerzo, en el que se sintió “exprimida”, dejó parte de su salud. Muchas de las actividades tuvieron que ser suspendidas porque el cansancio le impedía asistir y una vez que terminó la elección se fue del país para desenchufarse.
Para Carrió va terminando un año lleno de tensiones. Acumuló poder y estrés. Tuvo llamados de atención de su salud precaria y pocos cuidados.
La diputada está acostumbrada a jugar con fuego. Pero a diferencia de otros, puede quemar a la oposición, al Gobierno, o a sí misma. Con Carrió, todo es impredecible.

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