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Alerta roja en las bases argentinas en la Antártida: peligra el abastecimiento








Alerta roja en las bases argentinas en la Antártida: peligra el abastecimiento

El grave incidente que sufrió el Hércules TC-69 el 2 de diciembre y los inconvenientes con el rompehielos Almirante Irízar encendieron las alarmas.

El grave incidente que sufriera el avión Hércules TC-69 el pasado 2 de diciembre cuando intentaba establecer un puente aéreo entre el continente y la Antártida, más las dos centenares de novedades que habría registrado el rompehielos Almirante Irízar en las pruebas de hielo a las que fue sometido, encienden una luz de alerta al normal abastecimiento de nuestras bases en el continente blanco.
La gravedad del panorama actual lo determina el hecho de que las inobjetables fuentes consultadas pidieron expresamente no ser identificadas. "Estamos haciendo las cosas a lo Pujato", señaló a Infobae una de ellas, en referencia al militar pionero en la fundación de las primeras bases antárticas.

Las bases Marambio -la más grande que posee nuestro país- y la Belgrano II, que es la más austral ya que se encuentra del otro lado del Mar de Weddell, no dispondrían de mucho más tiempo para continuar funcionando normalmente si no reciben el combustible y las provisiones necesarias para mantener a sus respectivas dotaciones.
Con el correr de los años, Argentina ha establecido 13 bases en el continente blanco, 6 de ellas permanentes y las otras 7 temporarias. La primera de ella, la General San Martín, fue fundada por el mencionado coronel Hernán Pujato a comienzos de 1951. Tres años más tarde, establecería la General Belgrano. La espada vengadora de la Revolución Libertadora condenaría a este militar –que había realizado las expediciones al sur durante el gobierno peronista- a renunciar a la dirección del Instituto Antártico, que él mismo había creado y a ser condenado a un olvido de por vida.

Del Santa Micaela al Irízar
Para llegar a la Antártida, Pujato se valió del transporte patagónico Santa Micaela, que era propiedad de la empresa naviera Pérez Companc. En sus bodegas, llevaba el material necesario para construir una instalación permanente en el continente de hielo.
El rompehielos Almirante Irízar fue construido en Finlandia en 1977 y entregado a nuestro país al año siguiente. Lleva el nombre de Julián Irízar, vicealmirante que rescató, en 1903, con la corbeta Uruguay, a los miembros de la expedición del científico sueco Otto Nordenskjöld. Es la nave en su tipo más grande de América Latina y, además de ser una pieza clave en el abastecimiento de las bases antárticas, participó en la Guerra de Malvinas transportando tropas y acondicionado como buque hospital. Pero lo que no lograron los témpanos ni las bombas inglesas lo pudieron los generadores, donde se provocó un incendio en la noche del 10 de abril de 2007, que lo mantuvo inoperativo durante 10 largos años.

En el 2010 comenzó su reparación, que costó al Estado argentino US$ 147 millones. Si bien hubiese sido más rentable adquirir uno nuevo, como hizo nuestro vecino Chile, se encaró su reparación. Durante los años en que no navegó, se debió alquilar buques, aviones y helicópteros que suplieron la valiosa labor de tres décadas que venía cumpliendo el Irízar, marcando soberanía en el continente blanco. El costo aproximado de esa contratación fue de u$d 143 millones. A lo largo de esos años, se denunciaron irregularidades en los sistemas de contratación, que incluía adquirir un servicio de abastecimiento aéreo de la base Belgrano II y el retiro indispensable de basura que, año a año, se genera.
Ahora, cuando volvió al mar para someterse a las revisiones de rutina antes de entrar nuevamente en actividad, en las denominadas pruebas de hielo se detectaron más de 200 "novedades", esto es, deficiencias de distintos niveles de importancia, que van desde un anormal funcionamiento de las aletas estabilizadoras hasta el reemplazo de componentes electrónicos que deben ser adquiridos en el exterior.
Fuentes de Defensa confiaron a Infobae que el buque zarpará el próximo 26 de diciembre.
La tragedia que no fue
El 2 de diciembre de este año dos aviones Hércules despegaron desde su asiento en la base aérea El Palomar con destino a Río Gallegos, escala obligada para el cruce al continente antártico. Es el TC 69 el que cruzará a Marambio con todo el reaprovisionamiento necesario para el normal funcionamiento de la base, mientras que el TC 61 quedaría de apoyo en Río Gallegos. El cruce de Gallegos a Marambio se produce siempre cuando se abre la ventana meteorológica que permite la visión de la pista en el momento de aterrizaje. Esto puede variar en minutos y son numerosas las veces en que el Hércules debe regresar al continente sin poder aterrizar. Esto fue lo que ocurrió ese día cuando, a su regreso y en el aterrizaje en Río Gallegos, no pudo activar la reversa de sus cuatro motores que permiten el frenado.

El piloto, capacitado para estar al frente de este tipo de aeronaves, aplicó los frenos mecánicos de las ruedas. La acción desesperada que lo habría hecho pararse sobre los pedales para lograr el cometido, produjo un recalentamiento y la consecuente generación de humo.
La pista de Río Gallegos tiene una extensión de 3550 metros. Los especialistas aseguran que si el incidente se hubiera producido en Marambio, donde la pista posee 1200 metros, se estaría lamentando una tragedia.
La Lockheed, fabricante de los Hércules, estableció que, preventivamente, ninguno de estos aviones volviesen a operar, hasta tanto se hubieran analizado las causas de un anormal e inesperado comportamiento del material que casi protagoniza una tragedia aérea en la Antártida.
Cabe destacar que el TC 69 fue renovado en los EEUU por el fabricante, mientras que el TC 61 fue hecho en la fábrica militar FADEA en Córdoba con la supervisión de técnicos extranjeros.
Para dimensionar el panorama planteado, cabe remarcar que la última campaña antártica del 2016/2017 se puso en marcha el 6 de diciembre de 2016 con 3 aviones Hércules, 1 avión Twin Otter, 2 helicópteros MI17 y Bell 212, además de los buques ARA Puerto Deseado, ARA Bahía San Blas, Canal Beagle, y 3 avisos recientemente adquiridos. Se llevaron 200 toneladas de víveres congelados y secos y más de 10.000 toneladas de gas oil antártico.
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El Hércules de la Fuerza Aérea uruguaya, matrícula FAU 591, que -en lo que fue un hecho inédito- llevó materiales a la base Marambio. Su itinerario fue Carrasco (I Brigada Aérea) – Río Gallegos- Marambio – Río Gallegos – Carrasco
Es consabida la falta de inversión en los últimos años de las Fuerzas Armadas y el mal uso del dinero del Estado, la reparación de media vida del ARA San Juan y sus consecuencias. La falta de respuestas a muchos interrogantes colocan a quienes deberían tomar decisiones en serios aprietos.
Fuentes consultadas calculan que los insumos necesarios para la vida en ese territorio inhóspito, que van desde comestibles para las dotaciones, anticongelantes para la operación de la pista, combustible para la alimentación de los generadores eléctricos, alcanzarían hasta el 25 de diciembre. Por tal motivo, ya se estarían elaborando planes de contingencia para la evacuación de la base Marambio, dejando a un mínimo de personal.
En lo que respecta a Esperanza, la base con asentamiento de personal civil, especialmente familias que acompañan a personal militar y científico, el relevo debió haber ocurrido el pasado 11 de diciembre, con un vuelo del Hércules. Viven allí unas 40 personas que esperan la reanudación de los vuelos para regresar a sus hogares después de un año de permanencia.
Equipo de investigación de Infobae
Tras la publicación de esta nota, la Fuerza Área confirmó la información  a través de un comunicado. A continuación, el texto completo:
La Fuerza Aérea Argentina informa, que relacionado a testimonios periodísticos que atañen al sistema aéreo Hércules C-130 que presta servicio en la institución, es oportuno resaltar las consideraciones que a continuación se detallan.
La institución emitió el comunicado oficial número 61, el día 2 del corriente, en el cual daba cuenta sobre la novedad técnica que presentara el Hércules TC-69 en su aterrizaje a la Base Aérea Militar "Río Gallegos".
En dicho comunicado se detalló que la aeronave presentó un inconveniente en los reversores de la misma, debido a lo cual, la tripulación ejecutó los procedimientos previstos para compensar la novedad, realizando el máximo frenado y detención de motores. La maniobra significó el recalentamiento del conjunto de frenos, con la consecuente humareda que emana el conjunto en dicha situación.
Cumpliendo con los protocolos establecidos, se dio intervención a las autoridades competentes. Los organismos técnicos con que cuenta la fuerza, llegaron al lugar y se abocaron a determinar los causantes del inconveniente.
A fin de profundizar la tarea investigativa, se extrajeron los datos correspondientes al FDR (Flight Data Recorder) que poseen estas aeronaves para registrar parámetros de vuelo y que será analizado en la casa matriz de la firma, en Estados Unidos, para determinar las causas que provocaron la mencionada anomalía. Asimismo, se aplicó la normativa correspondiente para estos casos, suspendiendo las operaciones aéreas de los aviones Hércules que fueron sometidos al proceso de modernización y estandarización, hasta tanto se solucione la novedad acaecida.
El TC-69, bautizado "Puerto Argentino", fue la primer aeronave en cumplir con el programa de Modernización, Estandarización y Remoción de obsolecencia. Este programa le ha permitido a la República Argentina comenzar a modernizar su flota de aviones C-130 a través de la incorporación de la tecnología más moderna disponible en el mercado para este tipo de aeronaves. Los sistemas de abordo incluyen: equipos de navegación y comunicaciones de acuerdo a requerimientos CNS/ATM, de control del grupo turbopropulsor (sistemas digitales de combustible y hélices), de mejoramiento de la conciencia situacional de la tripulación (presentación digital de datos en cabina, sensores de navegación y mapa digital entre otros) y equipos que suman capacidades al ya versátil C-130 (operación con visores nocturnos, moderno radar multimodo y mejoras en la precisión del lazamiento de paracaídas).
Las operaciones logísticas que comprenden al traslado de personal y material de la fuerza, que lleva adelante el sistema aéreo Hércules, continuará realizándose con las aeronaves del sistema, que al momento, no entraron al mencionado programa de modernización.
Mediante la aplicación de acuerdos de cooperación entre Fuerzas Aéreas de la región, se dispuso de un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Uruguaya que realizó un cruce desde la Base de Río Gallegos hacia la Base Antártica Marambio para llevar materiales que son de uso necesario en el corto plazo.
Es importante destacar, que el personal de la Fuerza Aérea Argentina, con apoyo del Ministerio de Defensa de la Nación, se encuentra realizando todas las tareas necesarias, que permitan la pronta solución del citado inconveniente técnico.

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