Un informe revela que el submarino colapsó en menos de un segundo
En su última comunicación, el jefe de operaciones del
ARA San Juan transmitió la intención de "ir a 40 metros de profundidad
para entrar al tanque de baterías, evaluar la avería y ampliar
información". Según pudo saber la nacion, muchos marinos comienzan a
preguntarse si esa decisión de revisar la avería constituyó el paso
previo a una explosión.
Respuestas oficiales no hay, pero ese interrogante
podría corresponderse con las conclusiones de un informe de la Oficina
de Inteligencia Naval de los Estados Unidos, que analizó la señal
acústica detectada el 15 de noviembre por la Organización del Tratado de
Prohibición de Ensayos Nucleares y determinó que el submarino sufrió un
colapso letal, que liberó una energía similar a una explosión de 5700
kilos de TNT, a 380 metros de profundidad.
El informe, al que tuvo acceso la nacion, fue
elaborado por el analista acústico Bruce Rule y arriesga la tesis de que
los 44 tripulantes murieron en forma instantánea, sin saber
probablemente lo que pasaba.
El informe del especialista de la Oficina de
Inteligencia Naval de EE.UU. -país que aportó varias unidades navales y
aéreas para el operativo de búsqueda y rescate- concluye que el ARA San
Juan se hundió verticalmente, a una velocidad de 10 a 13 nudos (18 a 24
kilómetros por hora).
Volverán a buscar el ARA San Juan en la zona de la explosión
"Aunque la tripulación pudo haber sabido que el
colapso era inminente, nunca supieron qué estaba ocurriendo. No se
ahogaron ni experimentaron dolor. La muerte fue instantánea", indica,
lapidario, el autor del informe,
Su conclusión coincide con la polémica apreciación
que la semana pasada formuló el ministro de Defensa, Oscar Aguad, al
admitir en televisión que los tripulantes están muertos.
Se estima que el informe de Rule llegó a manos de la Armada, aunque no se le dio crédito oficial.
LA NACION consultó a la Fuerza Naval acerca del contenido del informe, pero no obtuvo respuesta.
Rule es analista acústico principal de la
Oficina de Inteligencia Naval de EE.UU. Al analizar los datos del
"evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con
un explosión" -como lo definió en su momento el vocero de la Armada,
capitán Enrique Balbi-, el informe precisa que la señal acústica fue
producida por el colapso del casco de presión del ARA San Juan, a una
profundidad de 380 metros.
El investigador llega a la conclusión de que
el casco fue "completamente destruido en aproximadamente 40
milisegundos", una fracción de tiempo que representa "la mitad del
tiempo mínimo requerido para el reconocimiento cognitivo de un evento".
Explica, además, que "la energía liberada por
el colapso fue producida por la conversión casi inmediata de la presión
del mar en energía cinética", en un movimiento del pistón de agua que
ingresó al casco a una velocidad aproximada de 1800 millas por hora
(2900 kilómetros por hora).
La Armada reveló imágenes de la búsqueda a más de 800 metros de profundidad
El informe de Rule no tiene en cuenta el
estado en que se encontraba el submarino ni la reparación de media vida a
la que fue sometida entre 2009 y 2014, durante el gobierno de Cristina
Kirchner. Se limita, básicamente, a interpretar los datos que
registraron la explosión. Y estima que el impacto que pudo haber sufrido
al chocar con el del mar "no habría producido un evento acústico
detectable a larga distancia".
Al señalar que antes de la explosión el
submarino ARA San Juan pretendía sumergirse y continuar su tránsito
hacia el norte, rumbo a Mar del Plata, el casco colapsó a las 10.58 del
15 de noviembre, tres horas y media después de su último contacto.
La entrada de agua
El comandante del submarino, capitán Pedro
Martín Fernández, había advertido en un mensaje anterior por
radiofrecuencia, a las 6 de la mañana de la fatídica jornada del 15 de
noviembre, que "la entrada de agua de mar por el sistema de ventilación
al tanque de batería N° 3 provocó un cortocircuito y el comienzo de un
incendio en el balcón de las barras de la batería".
Añadía el comandante de la nave, según los
mensajes difundidos el miércoles pasado por la Armada, que "las baterías
de proa están fuera de servicio, en el momento de la inmersión" y que
el submarino se encontraba "propulsando con un circuito dividido".
Fuentes navales consultadas por LA NACION
niegan absolutamente la posibilidad de que el ARA San Juan haya sido
víctima de un ataque.
"Hoy todo lo que se mueve en el mar está
totalmente registrado. Nada se mueve en el mar sin que las potencias
mundiales lo sepan. Si hubiera habido un inconveniente con algún
submarino británico, Rusia o China habrían salido inmediatamente a
denunciarlo", precisó un oficial retirado.
Lo concreto, sin embargo, es que a pesar de
que todo lo que pasa en el mar está registrado, el submarino ARA San
Juan no aparece.
Más allá del trágico instante que les tocó
padecer a los 44 tripulantes, la comunidad marina mantiene el espíritu
de cuerpo y apoyan en general el criterio de la Armada de mantener la
expectativa de los familiares hasta que no haya constancias de un
desenlace fatal.
Antecedentes
La historia del siglo XX reconoce varios
casos de submarinos que fueron víctimas de tragedias. La mayoría de las
veces, sin sobrevivientes.
El informe de Rule cita el hundimiento del
USS Scorpion, de la Armada norteamericana, que se hundió lentamente
durante 22 minutos cerca de las islas Azores, hasta que colapsó, a 4000
metros de profundidad, en mayo de 1968, en medio de la Guerra Fría.
En un caso similar al ARA San Juan, se
presume que en el Scorpion ingresó agua salada a las baterías, lo que
produjo una brusca emisión de gas de hidrógeno que mató a la
tripulación. Quedó flotando la hipótesis de si la entrada de agua se
produjo por un impacto de torpedos de un submarino soviético.
En referencia al ingreso de agua en el
compartimento de baterías, el propio Rule sostiene que "existe la
posibilidad de que una secuencia similar de eventos ocurriera a bordo
del submarino San Juan".
Cinco años antes se había hundido el
submarino nuclear Thresher, a 2300 metros de profundidad. Otra pérdida
militar para Estados Unidos durante la pulseada con la entonces Unión
Soviética. El submarino se había lanzado a una prueba de inmersión para
precisar hasta qué profundidad podía llegar y, en medio de esa
experiencia, colapsó y se hundió.
Más reciente está el recuerdo del submarino
ruso Kursk, que en agosto de 2000 se hundió con 118 tripulantes, luego
de sufrir dos explosiones sucesivas en la sala de torpedos. Se estima
que la última era equiparable a un terremoto de poco más de 4,2 grados
en la escala de Richter.
Localizada
al día siguiente, hubo que esperar otros diez días para alcanzar la
escotilla del submarino. El operativo rescate se extendió durante más de
un año, hasta que el 8 de octubre de 2001 se rescató al Kursk desde el
fondo del mar. Tuvo un costo de US$ 65 millones.
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