Preocupan al Gobierno las mayores dificultades para tomar más deuda
Como si se tratara de un desafío
pedagógico, el presidente Mauricio Macri repite una y otra vez una idea
que expresa la misma preocupación: los riesgos que entraña el nivel de
endeudamiento del Estado nacional. "Tomamos deuda para pagar el
sobreconsumo de energía", explica ante sus circunstanciales testigos.
La inquietud no tiene tanto que ver con el volumen, sino
con las complicaciones por las turbulencias de la economía mundial y las
dificultades para disminuir la dependencia de la Argentina en el corto
plazo.En las cuentas que el Presidente realiza en privado, detalla que hoy el 30 por ciento del consumo de energía se sostiene de esa forma. Es inviable en el largo plazo, según admiten cerca de Macri. Aunque la necesidad de achicar el rojo en las cuentas públicas, hoy financiado principalmente por el endeudamiento externo, no permite más correcciones ni un mayor gradualismo.
Aquí es donde se presenta gran parte del laberinto que recorre el Gobierno y que la discusión por las tarifas actualizó con un costo político todavía no dimensionado.
El resto lo hizo la suba de las tasas de interés en los Estados Unidos, que actuó como una aspiradora de dólares en todo el mundo, y que tuvo un efecto inmediato en la Argentina, donde se vivió una semana de fuertes turbulencias cambiarias. Y cuando el mundo se sacude, Macri vuelve a su preocupación sobre el endeudamiento.
Las tarifas de los servicios públicos, en plena batalla con la oposición, afectan directamente el plan de la Casa Rosada. Por eso el Presidente reitera una, dos, tres... las veces que haga falta: "No hay otro camino".
Este año serán 30.000 millones de dólares los que el Gobierno necesita para pagar el déficit fiscal. "Seguimos endeudándonos para eso", se resigna el Presidente cuando habla de las boletas de luz, gas y agua, pero al mismo tiempo mira al futuro.
"No podemos sobrecargar más la mochila", se lamentan en la cúpula del Poder Ejecutivo. Los próximos dos años, según las previsiones oficiales, el Estado nacional necesitará salir a tomar deuda por 20.000 millones de dólares anuales.
"El Presidente está preocupado por el endeudamiento", reconoce una altísima fuente que habita en el primer piso de la Casa Rosada. Pero, aseguran, que se están ocupando por calmar las ansiedades que provoca esa "preocupación".
Uno de los encargados de la contención es el ministro de Finanzas, Luis Caputo. Por las dudas, cerca del responsable de buscar el financiamiento internacional ya avisaron que se completó el 80 por ciento del programa financiero de este año.
Entonces, ¿es sostenible el endeudamiento de la Argentina? Sí, responden desde el equipo de Caputo. La clave es cumplir con las metas fiscales; este año el reto es llegar a 3,2 por ciento. En esto hay plena coincidencia con lo que piensa el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.
"A medida que va bajando el déficit, cada año nos volvemos menos vulnerables", explicó a LA NACION Guido Sandleris, jefe de asesores de Dujovne.
El objetivo que se fijó el Gobierno es que el endeudamiento en relación al producto bruto interno (PBI) se estabilizará en 2020 y comenzará a ser decreciente a partir del 2021.
"¡Nada va a explotar! El ritmo de endeudamiento va bajando con el déficit fiscal. Ya financiamos los años más complicados [por 2016 y 2017], el riesgo es mucho menor", sostuvieron fuentes oficiales.
La única forma para bajar el endeudamiento es achicando el gasto público, pero todo se hará a la velocidad actual. No hay margen. El Gobierno sabe que profundizar el ajuste afectaría aún más el humor social.
Las encuestas que consumen a diario en la Casa de Gobierno ya dieron su veredicto: la aprobación del Presidente retrocedió a 45 puntos, número similar al que cayó Macri tras la aprobación de la reforma previsional en el último diciembre.
"No podemos vivir de fiado para siempre. Pero cuidado, que bajar el déficit un punto por año no es algo sencillo y lo estamos cumpliendo", dijo un asesor todoterreno que transita por los despachos de la Casa Rosada.
Una prueba de la preocupación, por ejemplo, fue la vuelta del asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba a la Casa Rosada. El consultor no pisaba el despacho de Macri desde la crisis que atravesó el Gobierno durante la investigación por la muerte de Santiago Maldonado. Volvió a hacerlo anteayer, en una reunión de la que participaron las figuras principales del Gobierno.
Números en rojo
Desde 2015, la deuda bruta subió en 80.000 millones de dólares y la deuda neta en 64.000 millones, explicó en la frustrada presentación que realizó el ministro de Finanzas ante la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda, donde durante más de cuatro horas respondió todas las preguntas que le hicieron desde la oposición sobre el nivel de endeudamiento y su participación en distintas sociedades offshore.Antes de que la diputada kirchnerista Gabriela Cerruti se enojara por el mensaje que le hizo llegar Caputo, el funcionario se refirió al proceso de endeudamiento, que creció US$51.782 millones en 2017, según la última publicación del Indec. Eso representó un alza de la deuda externa de 28,5% respecto al año anterior.
Desde el Gobierno enfatizaron también que la relación entre la deuda y el PBI es uno de los más bajos de la región, a razón del 30%.
El complejo escenario internacional es un problema adicional, aunque sus implicancias no son dramáticas, dicen en el Gobierno.
"Siempre hay componentes que te pueden vulnerar, todavía dependemos de lo que suceda afuera. Eso genera intranquilidad, por supuesto, cada día que pasa nos alejamos más de esos problemas", argumentaron cerca de Dujovne. Ayer el jefe de Gabinete, Marcos Peña, también buscó llevar al referirse a la escalada de dólar (ver aparte).
Pese a los números negativos, cerca de Caputo destacaron que por "la confianza que despierta la Argentina en el mundo, estamos refinanciando deuda a tasas más bajas de la deuda vieja".
Aunque eso tampoco conforma ni tranquiliza. El objetivo, siempre -según destacaron cerca del ministro-, es reducir la dependencia del financiamiento externo.
El momento delicado que atraviesa la economía, con el dólar minorista a $20,88 para la venta, tras haber superado la barrera de los $21, lo que obligó al Banco Central a subir tres puntos su tasa de política monetaria -pasó de 27,25% a 30,25%- no hace mella en el espíritu del equipo económico.
"Ya hicimos las dos terceras partes más difíciles. No vamos a ceder ni a ajustar más bruscamente, como piden algunos. El gradualismo no se negocia", dijo, entusiasmado, uno de los hombres que tiene a su cargo parte de la botonera económica.
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