Cambios en la Casa Rosada
Nervios, cambios de ministros y desconcierto: días de furia en el Gobierno
Los giros de Macri y la salida de 3 hombres clave. El fortalecimiento de Dujovne. El rol determinante de Vidal y Larreta.
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de Política
Tal
vez el inicio de esta historia se remonte al primer retiro espiritual
del Gobierno, cuando las cosas no estaban bien, pero el discurso oficial
se sostenía en que el futuro sería mejor. El 3 de diciembre de 2016,
Mauricio Macri cerró la cumbre de ministros en Chapadmalal con una
afirmación ante los periodistas: dijo que descartaba cambios en el
Gabinete y que estaba contento con el equipo.
Nicolás Dujovne era crítico de la gestión de Federico Sturzenegger.
El
Gobierno corre cada vez más desesperadamente detrás de la suba del
dólar y de los pronósticos inflacionarios que advierten que las subas
para este año estarían, como mínimo, por encima del 24,8 por ciento de
2017; o sea, podría ser del doble de la estipulada y agigantar los
reclamos sindicales por las paritarias. Así las cosas, los últimos cambios -que tampoco asomaban posible hace algunos meses- se concretaron anoche.
Francisco Cabrera dejó de ser el ministro de Producción.
Macri desplazó a Francisco Cabrera del ministerio de la Producción y a Juan José Aranguren de Energía. Aranguren había sido sostenido a capa y espada durante las subas de tarifas e incluso cuando se lo acusaba por conflicto de intereses por sus acciones en Shell. Y Cabrera era uno de los ministros más cercanos. Tanto
que un día, cansado de las versiones, Cabrera se animó a preguntarle si
los rumores que lo daban afuera del Gobierno tenían asidero. Macri le
respondió: “Eso te pasa por leer los diarios. Mejor seguí trabajando”.
Los retoques ya no formaban parte de las exigencias de la política tradicional o de los activos integrantes del círculo rojo, sino que emanaban desde las propias filas macristas, en especial de quienes quieren verlo en el poder más allá de 2019 porque de él dependen otros proyectos políticos. Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal son determinantes en ese punto. Aunque no son los únicos: también empieza a pesar fuerte la opinión de Nicolás Caputo, el mejor amigo de Macri, que ha vuelto a visitarlo con frecuencia.
Horacio
Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, aquí junto al intendente de
Lanús, Néstor Grindetti. Fueron clave en los cambios que hizo Macri.
“Tengo que admitirte que un poco de desconcierto y de nervios hay”, asumía en las últimas horas un importante funcionario que se había enterado por Clarín de los desplazos. Por caso, una de las voces más trascendentes de Cambiemos le había negado a Clarín días atrás la salida de Sturzenegger. “El Fondo Monetario insiste mucho con la independencia del Banco Central”, aseguró. También los asesores de Sturzenegger habían desestimado su salida pocas horas antes del anuncio. ¿Mentían o tampoco ellos lo sabían?
La salida de Federico Sturzenegger sorprendió hasta su círculo más cercano.
Lo
cierto es que el adiós de Sturzenegger comenzó a tejerse el jueves al
mediodía en la Casa Rosada, mientras Macri se enteraba en Corrientes de
que la suba del dólar ya era más que preocupante. En ese momento nadie
sabía explicar por qué el Banco Central había pasado de vender reservas
para controlar la suba de la moneda estadounidense a no intervenir en el
mercado con una diferencia de solo 24 horas.
El primer mandatario terminó de decidir el pedido de renuncia durante el viaje de regreso a Buenos Aires. Y convocó de urgencia al equipo económico a la quinta de Olivos. La palabra urgencia debe tomarse como literal: no hubiera querido compartir la agenda con la media sanción que había obtenido pocas horas antes el proyecto de legalización del aborto. Pese a que en el oficialismo existen posturas bien distintas, las encuestas demuestran que la mayoría de la gente está a favor de la interrupción legal del embarazo. Más: entre los menores de 30 años la adhesión trepa a niveles altísimos. Se trata de la franja social que Cambiemos deberá seducir si quiere soñar con la reelección porque representa cerca del 35 por ciento del padrón electoral.
La ley de legalización del aborto es bien mirada por la mayoría de los argentinos.
“Con
excepción de los fanáticos kirchneristas para todos queda claro que, si
la iniciativa se aprueba en el Senado, habrá sido por la decisión de
Mauricio de instalar la discusión parlamentaria. Por eso hubiéramos
preferido que se demorara lo de Federico”, asumía el viernes un
referente del ala política del Ejecutivo.
El alejamiento de Sturzenegger fue celebrado silenciosamente por buena parte del Gobierno. Aunque Macri tiene un especial cariño por el economista -quien lo visitaba en su despacho de jefe de Gobierno cada 15 días para hablar de macroeconomía-, hacía dos meses que venía pensando en desprenderse de él, acaso resignado por las quejas constantes que le llegaban de parte de Dujovne, Luis Caputo, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, entre otros.
Mario Quintana era uno de los funcionarios más críticos de la gestión de Sturzenegger.
“El acuerdo con el FMI le dio aire, pero el mercado lo terminó arrinconando”,
era la explicación en el área económica. La asunción de “Toto” Caputo
era un secreto de pocos: el hasta el jueves ministro de Finanzas se
había convertido en la estrella del Gabinete desde que avizoró la crisis
externa y aconsejó salir temprano a buscar financiamiento. Ese rayo de
estelaridad en la interna de Cambiemos, que hasta tuvo el reconocimiento
de Elisa Carrió, tuvo su primer sacudón el viernes, cuando el dólar
volvió a pegar un salto. Habrá nuevos capítulos desde mañana, cuando
abran los mercados.
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Apenas veintitrés días más tarde echó a Alfonso Prat-Gay. Los cambios
continuaron, pero la economía nunca encontró el camino que esperaba
desandar el Presidente. Macri se vio obligado -aún lo está- a hacer
modificaciones que siempre dijo que no tenían sentido. Ejemplos: debió
desprenderse de funcionarios a los que sostuvo con tenacidad, e incluso
en soledad, tuvo que asumir -en contra de lo que él mismo creía- que era
necesario contar con un ministro fuerte para comandar la economía y
hasta debió recurrir a dirigentes que parecían marginados para ampliar
la mesa política. El gran interrogante es si los golpes de timón no llegan a destiempo.Mauricio Macri desplazó a Juan José Aranguren de Energía y a Francisco Cabrera de Producción
Los retoques ya no formaban parte de las exigencias de la política tradicional o de los activos integrantes del círculo rojo, sino que emanaban desde las propias filas macristas, en especial de quienes quieren verlo en el poder más allá de 2019 porque de él dependen otros proyectos políticos. Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal son determinantes en ese punto. Aunque no son los únicos: también empieza a pesar fuerte la opinión de Nicolás Caputo, el mejor amigo de Macri, que ha vuelto a visitarlo con frecuencia.
El primer mandatario terminó de decidir el pedido de renuncia durante el viaje de regreso a Buenos Aires. Y convocó de urgencia al equipo económico a la quinta de Olivos. La palabra urgencia debe tomarse como literal: no hubiera querido compartir la agenda con la media sanción que había obtenido pocas horas antes el proyecto de legalización del aborto. Pese a que en el oficialismo existen posturas bien distintas, las encuestas demuestran que la mayoría de la gente está a favor de la interrupción legal del embarazo. Más: entre los menores de 30 años la adhesión trepa a niveles altísimos. Se trata de la franja social que Cambiemos deberá seducir si quiere soñar con la reelección porque representa cerca del 35 por ciento del padrón electoral.
El alejamiento de Sturzenegger fue celebrado silenciosamente por buena parte del Gobierno. Aunque Macri tiene un especial cariño por el economista -quien lo visitaba en su despacho de jefe de Gobierno cada 15 días para hablar de macroeconomía-, hacía dos meses que venía pensando en desprenderse de él, acaso resignado por las quejas constantes que le llegaban de parte de Dujovne, Luis Caputo, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, entre otros.
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