José López y Clarens ampliaron sus declaraciones ante el juez Bonadio







José López y Clarens ampliaron sus declaraciones ante el juez Bonadio


José López
José López Fuente: Archivo - Crédito: Eitan Abramovich / AFP

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23 de agosto de 2018  • 21:32
El suspenso va a seguir al menos 24 horas más. Para el financista Ernesto Clarens y para el exsecretario de Obras Públicas José López van a ser las horas más largas de sus vidas. Es que ambos ampliaron sus declaraciones ante el juez federal Claudio Bonadio como arrepentidos, con la expectativa de que sus confesiones reduzcan sus condenas. Anoche, el acuerdo de López estaba a la firma de Bonadio y con una resolución para convalidarlo, pero la medida no fue notificada oficialmente.
De la decisión de Bonadio depende que Clarens siga en libertad, por un lado, y, por el otro, que López mejore sus condiciones de detención. Por lo pronto, el exsecretario de Obras Públicas no está más en la cárcel de Ezeiza, donde compartía el pabellón con otros empresarios y exfuncionarios detenidos por corrupción. López fue trasladado en una camioneta del Servicio Penitenciario Federal e introducido en el edificio de los tribunales protegido con un chaleco antibalas y con casco. Allí esperó en una celda hasta que fue trasladado ante el juez Bonadio, asesorado por el defensor oficial Gustavo Kollman. "López hizo un aporte amplio y sustancial", dijo un funcionario que tiene conocimiento de sus confesiones, pero que para mantener a salvo la seguridad personal del acusado prefirió no revelar los detalles de lo que declaró. López está preso desde el 14 de junio de 2016, cuando fue sorprendido revoleando bolsos con 9 millones de dólares por encima de la tapia de un convento, donde buscaba esconder el dinero. En prisión, siempre atemorizado, mantuvo silencio y solo dijo que la plata provenía de la política. Hace dos semanas, en el juicio oral que se le sigue por enriquecimiento ilícito dijo algo más: señaló que la plata se la dieron hombres de la política y que le encomendaron entregarla allí, mientras era vigilado a la distancia.

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Hace seis días pidió hablar con el fiscal Carlos Stornelli y decidió colaborar en la causa de los cuadernos de la corrupción que lo mencionan como uno de los recaudadores de dinero ilegal de empresarios de la obra pública que pagaban sobornos al ministro de Planificación Julio De Vido y al matrimonio Kirchner.
Si bien no se conocieron en detalle las revelaciones de López, se supo que mencionó que los bolsos con los 9 millones eran parte de la recaudación ilegal y apuntó a altos funcionarios como los dueños del dinero, que tenía su origen en la misma operatoria ilegal que revelaron los cuadernos y confesaron los empresarios.


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López no nombró a gobernadores como integrantes de la trama del reparto de dinero ilegal, solo mencionó a dos intendentes, pero no en este contexto, sino como participantes de una reunión con él en la que se acordó una estrategia para neutralizar el crecimiento de Sergio Massa.
El arrepentido, siempre nervioso y cauteloso, teme por su vida. De hecho, el defensor Kollman pidió a Bonadio que la declaración permanezca sellada para no comprometer la seguridad de José López ni se entorpezca la comprobación de sus dichos. Pasado el mediodía, López terminó de ampliar su declaración frente a Bonadio, que al atardecer se retiró de los tribunales sin homologar su acuerdo
El viernes pasado, en una declaración de más de cinco horas frente al fiscal, el exfuncionario había confirmado el esquema de recaudación de retornos de la obra pública, apuntó hacia arriba en la cadena de responsabilidades, explicó el origen del dinero de los bolsos que trasladó y mencionó a Máximo Kirchner, según reconstruyó LA NACION en los últimos días.
López podría pedir declarar ante los jueces que llevan adelante el juicio en su contra para buscar que sus aportes mejoren su situación también en el caso por enriquecimiento en su contra. Los magistrados realizaron ayer una inspección ocular en el convento de General Rodríguez. En paralelo a la declaración de López, se presentó en los tribunales Ernesto Clarens, el financista dueño de Invernes, la financiera que operaba como intermediaria entre los empresarios de la obra pública y el Gobierno.
Clarens explicó que era el cambista del dinero que cobraban los empresarios cuando desde el Ministerio de Planificación les pagaban los certificados de obras. Clarens convertía los pesos en dólares. Le dijo al fiscal Stornelli que retenía un porcentaje de los certificados de obra y los llevaba directamente a Daniel Muñoz, es decir, directo a Néstor Kirchner. Clarens, en tanto, llegó a media mañana a los tribunales y después de mediodía declaró ante el juez. Bonadio no había quedado satisfecho con la declaración.
Clarens negó haber sido cobrador de coimas y haber girado dinero al exterior. Según creen los investigadores, Clarens no reveló todo lo que sabía.

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